Europa: El virus de la violación de los derechos humanos en la frontera
Quizás es reiterativo y cansino decir que Europa viola los derechos humanos al cerrar sus fronteras a las personas refugiadas que huyen del “virus” de la guerra, la pobreza, la persecución política, la homofobia, el feminicidio, el cambio climático y el saqueo de las riquezas de sus países de origen. Sin embargo, la violación de los derechos humanos por esa Unión Europea adalid de los derechos humanos en otros tiempos, bien sea de manera directa (Grecia, España, Croacia, Italia, etc), a través de terceros (Turquía, Serbia, Libia, etc), por omisión o por conveniencia, es continuada y descarada a la vez.
Hace días fue noticia mundial, lo que sucedió en la frontera greco – turca: Miles de personas refugiadas fueron gaseadas y apaleadas, además, un niño y un joven fueron asesinados por las cargas policiales griegas y turcas.
En Lesbos (Grecia), está quizás el “campo de concentración” de personas refugiadas más grande de Europa (Moria), donde miles de personas viven hacinadas, y en unas condiciones humanas deplorables.
En la frontera de Hungría con Serbia, con fondos provenientes de la Unión Europea se ha construido una valla con ultrasonido, para evitar que las personas refugiadas que “habitan” en los bosques de Serbia crucen su frontera a territorio europeo.
En España, en Melilla y Ceuta (la frontera sur), se han construido vallas que impiden el paso de las personas refugiadas y migrantes que huyen de sus países de origen, las cuales llevan entre 2 y 5 años de viaje para llegar a Europa a través de España, y que al llegar se adentran en los bosques cercanos a la frontera con Marruecos, y malviven en estos bosques a expensas de la represión policial marroquí, buscando un momento propicio para saltar la valla, y los que no lo logran por esta vía, intentan llegar a territorio español a nado desde el lado marroquí. En unos de estos intentos, en febrero de 2014, el guardia civil asesinó a 16 personas.
Turquía, Libia y Marruecos, son países que prestan sus servicios externos de control de fronteras a la Unión Europea, servicios por los cuales reciben grandes cantidades de dinero, o concesiones políticas de todo tipo, sobre todo de carácter económico, y de política exterior. Turquía recibió en marzo de 2016, nada más y nada menos que 6.000 millones de euros y la exención de visado para sus ciudadanos, y cada vez que quiere chantajea a la UE con abrir sus fronteras y permitir el paso de personas refugiadas a territorio europeo, como sucedió en febrero de 2020 por el no posicionamiento de la UE a los ataques rusos al ejército turco en Idlib (Siria). En 2017, Libia, recibió cerca de 1.300 millones de euros, siendo un estado fallido controlado por señores de la guerra, y además, permite la compra y venta de personas migrantes y refugiadas, es decir, ha creado mercado de esclavos con dineros provenientes de la UE. Marruecos, recibe apoyo y material militar de España, que por cierto en 2019, destinó 26 millones de euros, que según el diario el País, el importe fue imputado a los presupuestos de 2019 bajo el proyecto “Apoyo a la gestión integral de fronteras y de migración en Marruecos”, en el marco de los 140 millones que la UE destinó a la ayuda para el control de fronteras a dicho país.
En las fronteras de Hungría, y en la misma Grecia, se han creado patrullas paramilitares que dan “caza” a las personas refugiadas, les propinan palizas, atan como si fueran delincuentes y luego entregan a la policía, es decir, estos países que pertenecen a la UE, permiten la creación y trabajan con estos grupos ultras y neonazis. Todo se justifica por el “miedo”, al “efecto llamada” y a la no invasión de Europa, con lo cual se fortalece el virus del racismo, la xenofobia y el odio que en su día infectó e invadió a toda Europa y produjo uno de los mayores holocaustos de la historia de la humanidad, y la crisis humanitaria y de refugiados no vista antes, y la acogida de miles de personas en diferentes países.